Robert E. Coleman nos acerca en esta breve obra al modelo de discipulado de Jesús. Al hacerlo, el lector descubrirá que no son fórmulas mágicas sino principios universales de lo que se trata. En vez de pasos concretos para verbalizar un mensaje de manera exprés, nos encontramos con un proceso basado en relaciones y vivencias.
Durante la lectura me hacía consciente de lo mucho que nos hemos alejado del modelo discipulador de Jesús, y cuan urgente se hace para la iglesia, recuperar los principios que permiten una verdadera conversión; desde el énfasis del proceso y no del evento. No es posible poder representar a Jesús en la tierra, pasando por alto los principios universales de su ministerio. Por supuesto, el método rabínico que Jesús usó, no sería aplicable universalmente, pero no hablo de métodos, sino de principios que son aplicables en cualquier lugar, pero no sin reajustes importantes. Nuestras estructuras eclesiales, suelen enfatizar eventos en vez de procesos, y el paradigma griego en vez del hebreo, llevándonos a entender conocimiento como obtención de información intelectual en vez de experiencia y transformación.
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