En los últimos días he sido más consciente de cuanto les preocupa a un importante sector del cristianismo que las iglesias sean alimentadas de la Palabra de Dios y que el evangelio sea proclamado en toda su esencia. Sin duda, reconozco que es una preocupación legítima y no falta motivos para ella.
Muchos reclaman la necesidad de que los predicadores sean bien formados teologicamente, de que la predicación expositiva sea tenida en cuenta y que se cuide mucho la invitación a tomar un púlpito como claves para la vitalidad de una iglesia que padece de anemia.
Los consejos anteriores pueden ser de ayuda, pero a menudo no tienen en cuenta que nuestra eclesiología moderna es cuestionable.
Nuestra Herencia
La manera en la que se vive hoy la comunidad cristiana se aleja mucho del modelo Nuevo Testamentario. Una reunión donde una primera parte la ocupa un grupo de alabanza y la segunda parte la ocupa un predicador, forma parte de una tradición desconocida para los cristianos primitivos.
No estoy diciendo, y quiero aclararlo desde el principio, que decidir tener una reunión con estos elementos sea necesariamente algo negativo y anti bíblico, no lo creo. Yo mismo soy testigo de los beneficios de estas prácticas y es bíblico alabar a Dios con canciones y proclamar su consejo. Sin embargo, si estoy diciendo que las reuniones convencionales de hoy son muy diferentes a las de la iglesia primitiva.
El ser consciente de esta lejanía del ejemplo bíblico, no significa que debamos cambiar el modelo de reunión convencional, pero si significa que dicho modelo se puede cambiar sin alejarse lo más mínimo del ejemplo bíblico. En algunos casos, alejarse del modelo actual implica acercarse al modelo primitivo.
Una Razón Para Cambiar El Formato
Cuando trato este tema con mis hermanos, a menudo me dicen: "bueno, Rubén, la alabanza y la predicación del consejo de Dios aparece en la Biblia, ¿acaso no es eso lo importante y las formas deben pasar a un segundo plano?"
Creo que la alabanza y predicación aparecen en la Biblia y creo que la creatividad nos permite alabar y predicar de maneras muy diversas. Las diferentes maneras de alabar y predicar manifiestan que somos seres creativos, y la creatividad es sin duda un aspecto de la naturaleza divina en nosotros. A la vez, las formas, son un canal para llegar a un objetivo, y como tal debe ser evaluado y si es necesario cambiado, lo cual implicará de más dosis de creatividad.
Llegados a este punto creo que debemos preguntarnos algo. ¿El formato de las reuniones regulares de la iglesia nos ayudan en nuestro objetivo?, por cierto ¿cuál es nuestro objetivo al reunirnos?
Reuniones En El Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento encontramos a la iglesia reuniéndose con diferentes objetivos:
- Para encontrarse con los apóstoles (Hechos 5:40-42, 19:9-10, 20:27,31), estas reuniones parecen ser de carácter esporádico y estaban relacionadas con el nacimiento de un cuerpo local de nuevos creyentes y con la formación de los mismos para que una vez que el apóstol se fuera, siguieran adelante en unidad.
- Para compartir el evangelio (Hechos 14:1, 17:1-33, 18:4, 19), estas reuniones no parecen formar parte de un programa regular, sabemos que se llevaron a cabo en lugares claves, donde la iglesia compartió el evangelio con el entorno.
- Para tomar decisiones (Hechos 15), esta reunión tampoco se muestra como regular, pues es motivada por algún asunto específico que requiere la toma de alguna decisión importante.
- Para edificarse (1ª Corintios 11-14), esta reunión si era de carácter regular, teniendo como objetivo la edificación mutua. En ellas hay ciertos elementos claves, a mi entender: Cristo como cabeza de la reunión y cada miembro unido a Jesús como elemento importante para la manifestación de Cristo en medio de ellos.
Esta última reunión, es a la que quiero referirme, pues es en ella donde se busca hoy que la Palabra y el evangelio estén presente en su forma más pura y es a ella a la que se refieren mis hermanos cuando hablan de la necesidad de predicadores capacitados.
No me cabe duda, de que una buena predicación desde el modelo griego de oratoria en esta reunión, puede ser un canal de edificación y también puede serlo para que Cristo sea glorificado. Creo que eso es lo que buscan mis hermanos al predicar y yo mismo cuando soy invitado. Entonces, ¿por qué cuestionar lo que hacemos?
Evaluarnos
En mi humilde opinión, creo que la iglesia llevamos suficiente tiempo basándonos en reuniones regulares en torno a una predicación, para poder hacer una evaluación de si las formas son las más o menos adecuada. No niego que en muchas iglesias las predicaciones no sean las mejores, debido a una mala formación de los que suben al púlpito o inadecuada aptitud para la oratoria, pero conozco a buenos predicadores bien formados y aptos y creo que lo que voy a decir a continuación incluye también sus congregaciones.
El estado actual del cristianismo convencional nos muestra que las iglesias centradas en el púlpito por lo general están llenas de cristianos consumistas, que insconscientemente están aprendiendo que el ministerio más importante es para unos pocos. Estos cristianos consumistas pueden estar siendo desafiados a servir, pero a la vez están recibiendo el mensaje de que en medio de la comunidad, lo más esencial que se espera de ellos es que se sienten y escuchen. Están aprendiendo que Cristo es revelado a través de una buena predicación y que los obreros relevantes son un 5% de la comunidad. Al no poder participar, están perdiendo la oportunidad de equivocarse, lo cual es esencial para crecer, además de preguntar para aclarar las dudas ante la oratoria. Estos cristianos creo que no entienden bien las implicaciones prácticas del sacerdocio universal de todos los creyentes, quizás pueden explicar este asunto verbalmente y señalar el clero laicado en otros grupos, pero son incapaces de identificar que en su comunidad son víctimas de lo mismo que critican.
Propuesta de Pablo
Si detectamos los síntomas que he descrito, deberíamos plantearnos posibles soluciones al problema. Para ello el consejo de Pablo nos puede ser útil:
"...cuando se reunan, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación. Todo debe hacerse para la edificación de la iglesia" 1ª Cor. 14:26
Estas directrices de Pablo es una aplicación práctica para la reunión regular de la iglesia de lo que explicó antes: que la iglesia es un Cuerpo donde Cristo es la cabeza y se manifiesta a través de cada miembro (1ª Corintios 12).
Además, es una buena forma de acabar con el consumismo religioso de nuestros días. Este tipo de reunión deja bien claro que hay una sola Cabeza y muchos miembros activos y útiles. En estas reuniones la Palabra no se reduce a una predicación, la Palabra es el mismo Cristo manifestándose y revelándose de manera sobrenatural, creativa y diversa en medio de un pueblo conectado a él y formando un solo cuerpo.
Acercamientos Al Modelo Nuevo Testamentario
Algunos grupos, reconsiderando las directrices de Pablo y ante los síntomas nombrados, no han acabado con el púlpito, sino que han añadido una reunión regular más participativa conocida como Grupos Celulares. En algunos casos, esta puede ser una buena respuesta y en otros casos reconozco que la única. He notado que si en estas comunidades el liderazgo es de tipo piramidal, tarde o temprano se encuentran con que controlar estos grupos puede ser un problema. Además, fomentarlos no suele ser fácil, ya que la reunión centrada en la música y la predicación suele hacer sombra. Sin embargo hay iglesias convencionales en las que funcionan muy bien, eso si, a base de un esfuerzo importante para comenzarlos y mantenerlos.
Otros grupos han decidido volver de manera radical al ejemplo del Nuevo Testamento. Es decir en las reuniones regulares, han cambiado el púlpito y la monopolización del tiempo por unos pocos, por reuniones abiertas a todos. Sin embargo, he descubierto que esta opción es muy difícil o aun imposible sin reconsiderar el liderazgo de tipo piramidal. Las comunidades que avanzan con menos dificultad en este modelo suelen tener los siguientes ingredientes:
- Los ancianos y presbíteros no tienen la responsabilidad de la toma de decisiones, es decir, tales figuras no forman parte de una jerarquía piramidal, sino de funciones entre los hermanos que a menudo no significan títulos ni posiciones, son uno más en la comunidad, siendo ejemplos para los más jóvenes en la fe. Esto evita la monopolización y obliga a la comunidad a la responsabilidad para salir adelante.
- No hay interés en construir "imperios" alrededor de un nombre o denominación. Lo cual libera a la comunidad y a los ancianos de las presiones de los proyectos concretos. Entienden el término iglesia desde un significado más orgánico y menos organizativo. Estas personas no suelen ver la iglesia en torno a organizaciones religiosas, sino en torno a creyentes locales independientemente que formen parte o no de organizaciones concretas.
- El crecimiento numérico no se gestiona condicionado por edificios. Ante el crecimiento. en vez de centralizar, se descentraliza. Es por ello que para estas comunidades el uso del edificio es algo muy secundario y en la mayoría de los casos innecesario, debido al uso de hogares, parques públicos u otros edificios existentes en la comunidad.
Si crees que estos elementos son muy difíciles de conseguir en la mayoría de las comunidades cristianas, te puedes hacer una idea de cuanto nos hemos alejado del ejemplo de la iglesia del primer siglo.
Conclusión
Sin duda, comparto la preocupación de mis hermanos porque se predique la Palabra con seriedad y el evangelio sin descafeinarlo. Pero sugiero que al tratar de evitar los peligros de una predicación light, no miremos hacía otro lado ante los peligros del consumismo religioso y del dualismo clero-laicado que normalmente acompañan aun en los entornos donde se predica con seriedad y aptitud. La Palabra que más necesitamos es Cristo mismo, y nuestra eclesiología puede mejorar en la ortopraxis de que El sea revelado en toda su plenitud a través de cada miembro activo, y no pasivo.
En mi humilde opinión, hemos de permitir que cada uno sea perfeccionado para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 6:12), y creo que las reuniones regulares de la iglesia pueden ser un lugar idóneo para que cada miembro entienda y practique la realidad de que es un obrero, un ministro, un canal a través del cual Cristo se manifiesta para edificar.
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