Ahora mismo puedo pensar en muchas personas a mi alrededor que acaban de sufrir, o están sufriendo depresión, debido al ministerio que han desarrollado en sus comunidades cristianas.
El liderazgo jerarquizado, tiende a centralizar el poder en un espacio limitado (que a menudo viene dado por una estructura poco ágil), y con el, la responsabilidad a través del ministerio en manos de unos pocos ante una gran audiencia. Por otro lado, las estructuras tan complejas e institucionalizadas, nos sumergen en la tensión típica de cualquier negocio, pues se requiere que ciertas bases económicas se cumplan para que toda la maquinaria funcione. Si tales bases entran en crisis, toda la estructura peligra, y mientras se trata de evitar el desastre ¿qué tenemos?, tensión por parte del liderazgo responsable y un ministerio condicionado por los resultados que necesitamos.
La centralización del ministerio, deteriora la praxis del sacerdocio de todos los cristianos en la comunidad. Las estructuras complejas y de tipo empresarial, nos obligan a mirar hacía dentro y pensar que el ministerio más valioso es el que nos ayuda a mantener la compleja estructura con base en la economía.
No es fácil salir del paradigma convencional, pues así hemos aprendido que debe ser la iglesia y así la hemos vivido durante muchos años, sin embargo, importantes crisis están ayudando a repensar la iglesia desde un viejo paradigma. El siguiente vídeo nos lo recuerda y nos desafía a recuperarlo en caso de que lo necesitaras:
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