Sin embargo, a menudo me encontraba con actividades que parecían alejarme, aunque fuera temporalmente, de esa pasión en mi. A veces el tiempo de esas actividades era demasiado, lo cual estaba llevándome a sentir que gran parte de mi vida estaba siendo desperdiciada. Demasiado tiempo en trayectos, trabajando, haciendo compras y limpiando podía llevarme a sentirme frustrado y soñar con un día de liberación. Soñaba con el "ministerio a tiempo completo".
Sin embargo, a lo largo del camino me topé con varios desafíos, uno de ellos fue la tradición contemplativa.
Es muy interesante como en la vida monástica, siempre se desarrolló un ritmo de vida que incluía el trabajo como algo tan sagrado como la misma oración. Tirar la basura, hacer la comida o arreglar zapatos se convertía para estos cristianos en una escuela donde experimentar la presencia de Dios, donde trabajar actitudes correctas y donde depender del Padre con el fin de ofrecer una adoración continua (ver "La Práctica de la presencia de Dios" acerca de las conversaciones con el Hermano Lorenzo).
La espiritualidad integral nos reta a aplicar la fe en medio de lo cotidiano, nos libra de tener que depender de complicadas estructuras y reuniones bien planificadas para sentir que estamos adorando. Ya lo dijoPablo: "todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor" (Colosenses 3:23)
Todas estas ideas han traído una incómoda luz a mi vida ya que he descubierto que puedo hablar mucho de vida misional e iglesia orgánica y a la vez suspender en lo más básico: por ejemplo el ministerio orgánico y misional en el contexto de las tareas en el hogar.
¿Cómo denunciar que la iglesia de hoy vive una dualidad entre lo sagrado y secular cuando estoy tratando de evitar las tareas domésticas?, ¿Cómo hacer un llamado a la necesidad de servir en el contexto cotidiano si dejo las tareas del hogar al resto de mi familia? ¿Cómo invitar a regresar a lo sencillo cuando soy incapaz de experimentar a Dios con el estropajo y la escoba? y estas mismas cuestiones podrían aplicarse al mundo laboral, a las relaciones con mis familiares, amigos etc.
Esto es lo que tiene acercarse a esos monjes que parecen que están desfasados y no tienen algo que enseñarnos. Al final resulta que me dan la razón en mi discurso de que "hemos complicado mucho el asunto y hemos olvidado lo básico", pero con mucho arte, me hacen ver que necesito aplicarme la misma medicina que estoy tratando de dar a otros.
Convertir mi trabajo fuera y dentro de casa en momentos y lugares sagrados ha implicado ver a Dios donde antes no le veía, lo cual ha ampliado mi conocimiento de él. Aun estoy en proceso de aprender este camino, pero ya no hablo de trabajo secular ni de tareas que dificultan el ministerio, pues el corazón del asunto, es un asunto del corazón. Ya lo dijo Pablo"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor". Tan sencillo y tan profundo a la vez.
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